Aunque las divisiones del tiempo que utilizamos tienen bastante de convencional o
artificial, se suelen aprovechar los cambios de ciclo para efectuar balances y evaluaciones.
Actualmente, y según el calendario cristiano utilizado en nuestra sociedad, además de
encontrarnos ante un cambio de siglo lo estamos también ante un cambio de milenio. Pero
sobre todo está el hecho de que en nuestro caso el fin de ciclo no tiene nada de artificial,
es decir, con independencia de lo que marque el calendario, lo cierto es que estamos
viviendo un verdadero final de periodo histórico signado por los vuelcos importantes que
se produjeron recientemente y los cambios profundos que se siguen produciendo en
nuestro mundo. Por eso estamos en una ocasión muy apropiada para hacer balance de lo
acontecido y explorar las posibilidades del período que comienza.
Un balance del milenio que termina sería una tarea que rebasa con mucho las
posibilidades de un artículo como este. Incluso, si nos limitáramos al siglo XX, se podria
escribir un grueso volumen para referirnos, y no con mucho detalle, a los eventos más
interesantes. Nuestro objetivo tiene que ser mucho más modesto y limitarse sólo a algunos
aspectos de lo que fue, para el curso de la historia humana, el siglo a punto de terminar.
Concretamente, nuestro balance de fin de siglo se va a centrar en la incidencia del
Comunismo, es decir, vamos a analizar nuestra propia aportación a la historia de esta
centuria tan rica en acontecimientos, pero lo vamos a hacer con el que, sin duda, fue y es
el protagonista principal de ese periodo.
Hace algo más de 150 años, en el Manifiesto Comunista, Marx y Engels se referían al
C
o
m
unis
m
o co
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o un
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fantas
m
a
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que recorría
E
uropa
. E
l tér
m
ino
fantas
m
a
-
o
espíritu
en
algunas traducciones- en ese contexto se refería al hecho de que se trataba de algo
inmaterial, o sea de carácter ideológico, subjetivo, cultural, sin concreción material, algo
perteneciente por entonces sólo al mundo de las ideas. Pues bien, el siglo XX fue el de la
realización o materialización de esa idea (no sólo en Europa sino en diversos lugares de la
Tierra); su puesta a prueba en la realidad; su intento de encamación en la vida humana.
La cosa tiene mucha enjundia porque decir «comunismo» es referirse a un movimiento
ideológico y social con grandes pretensiones: vocación universalista (es decir, extensible a
todo el planeta y a todo el género humano), vocacn de cambiar el mundo de base, o sea,
terminar con todas las formas de explotación humana, creación de un hombre nuevo para
un mundo nuevo... nada menos.
V
isto así
,
queda claro que el proyecto co
m
unista entraña una a
m
enaza de
m
uerte para todo el or-
den social preexistente basado en sociedades clasistas y antagonis
m
os econó
m
icos y sociales
que se saldan con for
m
as de explotación y de subyugación de unos colectivos hu
m
anos a otros.
E
n principio
,
una tal idea nueva y revolucionaria no está destinada a tener un éxito rápido
. S
ólo
m
uy lenta
m
ente las nuevas ideas se van i
m
plantando en las
m
entes del colectivo social hasta
hacerse ideas dominantes. Lo normal es que transcurran varios siglos desde la irrupción de
una idea hasta su implantación en la sociedad a nivel de superestructura ideológica. Se
conocen varios ejemplos en la historia que ilustran ese proceso. La ideología liberal
burguesa no fue plenamente dominante hasta finales del siglo XVIII-principios del XIX,
tras haber tenido un largo periodo de gestación de más de tres siglos desde la época del
Renacimiento. Un período aproximado de tres siglos también fue el transcurrido desde la
aparición del cristianismo hasta su implantación dominante en el imperio romano.
Si consideramos como clásicos estos ejemplos, resulta claro que lo ocurrido en el siglo
XX con el comunismo fue bastante atípico. Pocos decenios después de su formulación
teórica en las obras de Marx y Engels, el comunismo llegó, a ser la inspiración ideológica
de una revolución triunfante en un país del tamaño del imperio ruso y la doctrina oficial
del Estado resultante de esa revolución, un Estado con vocación de extender su revolucion
por todo el orbe. El fantasma se materializó y resultaba muy amenazador para la ideoloa
y para las clases hasta entonces dominantes.
Lo que posibilitó ese acontecimiento atípico fue la Gran Guerra Mundial de 1914-18; la
primera de las dos que tuvieron lugar en este siglo. Las contradicciones y antagonismos
entre los diversos grupos de la clase dominante mundial facilitaron un tipo de revolución
imprevista e imposible en circunstancias normales.
En este punto merece mucha atención la reacción defensiva del poder burgués amenazado.
Un poder que había tenido su origen también en revoluciones con sello progresista
(recuerdese la inspiración anti-feudad y anti-absolutista de la Revolución Francesa y su
divisa: Libertad, Igualdad, Fraternidad) en su afán de poner obstáculos al poder obrero
emergente no tituben promocionar y potenciar engendros del infierno como el nazismo
y demás fascismos, basados en apología de la violencia y la dominación e ideologías
racistas, elitistas y ultranacionalistas.
Los regímenes de Mussolini, Hitler y similares fueron concebidos y puestos a punto para
combatir al comunismo y conjurar así la amenaza que se cernía sobre la dominación
clasista e imperialista de la burguesía. La Segunda Guerra Mundial fue planeada para
obtener ese resultado, pero la guerra no se desarrolló según los planteamientos iniciales.
Los fascismos creados para servir como instrumento de choque de la burguesía mundial
no se resignaron a su panel subordinado y pretendieron jugar un rol protagonista que
creaba a sus creadores
m
ás proble
m
as de los que le venían a resolver
. S
i la
U
nión
S
oviética
,
único país con régimen comunista entonces existente, representaba una amenaza para el
capitalis
m
o
,
el fascis
m
o era un veneno para toda for
m
a de cultura y el progreso
m
oral de la
humanidad. Además también era un elemento perturbador para las relaciones de do
m
inio
existentes en el
m
undo capitalista
. L
as contradicciones inter-i
m
perialistas generaron
extrañas alianzas a lo largo de toda la contienda. La Unión Soviética, que no pudo librarse
de participar en ella, lo hizo al principio como aliado de la Alemania nazi y después contra
ésta en alianza con las principales potencias capitalistas. El Estado socialista pagó un alto
precio en vidas humanas y daños materiales pero quedó entre los vencedores del conflicto
y pudo desde entonces contribuir a la implantación de regímenes comunistas en otras
partes del mundo, principalmente en Europa donde se formó un bloque socialista, y en
Asia incluyendo a China, el país más densamente poblado del globo.
Desde el final de la guerra mundial la estrategia anticomunista del capitalismo, bajo el
comando de la principal potencia imperialista, EE.UU., se concretó en la formación de
alianzas internacionales
,
como la
OTAN,
y otras for
m
as de intervención internacional que no
excluía el establecimiento de dictaduras militares en los lugares donde podía avanzar la
Izquierda. Este período, llamado «Guerra Fría», excluía el enfrentamiento militar entre las
principales potencias antagónicas, EE.UU y sus aliados por una parte frente al bloque
socialista co
m
andado por la
U
nión
S
oviética
. E
sta contención se basaba en el hecho de a
m
bas
potencias habían alcanzado un poderío militar y nuclear que disuadía de su uso que podía
comportar el fin de la vida humana sobre la Tierra. Pero por lo demás el enfrentamiento se
verificaba en todos los demás terrenos, especialmente en el económico y el técnico, donde
cada vez más se fue evidenciando la superioridad de la sociedad capitalista.
El mundo socialista con regímenes comunistas, tras registrar victorias espectaculares en
los procesos de industrialización acelerada, tropezaba con dificultades insuperables a la
hora de transformar su economía de cara a una sociedad de consumo, a la vez que se
endurecía la represión política interna por imperativos de autodefensa frente a la ofensiva
ideológica del bloque capitalista. Este proceso degenerativo se veía agravado además por
el hecho de que el tipo de centralización económica heredado de la etapa anterior y no
adaptado a las nuevas necesidades resultaba inhibidor de las fuerzas productivas,
ocasionando una desventaja cada vez mayor frente al aparato productivo de las potencias
capitalistas. Este proceso culminó a comienzos de la última cada de este siglo con el
hundimiento de los regímenes comunistas de la Unión Soviética y demás países del
bloque socialista de Europa oriental.
D
esde entonces persisten algunos de los re
m
enes co
m
unistas
,
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m
o
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...
pero no representan una a
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enaza para el capitalis
m
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ero a pesar de su victoria en la
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uerra
F
ría el i
m
perialis
m
o no se siente del todo seguro
,
co
m
o lo evidencia el hecho de que no sólo
no se disolvió la OTAN, el pacto
m
ilitar estratégico diseñado para co
m
batir al co
m
unis
m
o
,
sino
que incluso fue reforzado y se le utilizó en la última década, ahora sí militarmente, en dos
ocasiones, contra Irak y contra Servia, la última muy recientemente.
Tal es la situación cuando llegamos al cambio de siglo. Si hubiéramos de resumir la
situación del comunismo en este estadio de la historia humana, podríamos decir que
careciendo hoy los oprimidos del mundo de un verdadero referente de realización
socialista como el que en su a representara la Unión Soviética, sin embargo el fantasma
del comunismo recorre ahora todo el mundo sometido a la explotación imperialista. La
agresividad de las mencionadas operaciones militares de la OTAN parece estar dirigida
contra aquellos puntos del planeta donde pudieran formarse núcleos de resistencia contra
la dominación imperialista del nuevo orden mundial.
P
ero la ofensiva principal es ideológica
. P
arece que el siste
m
a do
m
inante es consciente de que
se enfrenta a un fantas
m
a
,
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m
aterial, ideológico, cultural
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unca co
m
o ahora fue tan
intensa la propaganda antico
m
unista
,
la edición de libros contando la
historia cri
m
inal
del
comunismo, y de películas ensalzando la economía de mercado frente a la planificación
socialista. Nunca había sido tan feroz el control ideológico tratando de asentar la pre-
eminencia de un pensamiento único que excluye cualquier tipo de alternativas al sistema
social y económico imperante.
El siglo que está a punto de comenzar verá el enfrentamiento ideológico entre ese
pensamiento excluyente de los dominadores de la Tierra y el genio de la humanidad que
necesita avanzar hacia los ideales comunistas de justicia e igualdad.